Deu no El País online
06-08-2017, por José Luis Barbería
Turismofobia, ciudades de alquiler
Edifício de apartamentos Palma de Mallorca
Fede Serra / El País
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(..) Los 70.000-80.000 trabajadores estacionales que llegan de la Península para cubrir el verano se hacinan en pisos compartidos hasta 12 personas, a veces, al precio de 500 euros la cama o sofá, o pernoctan en coches y tiendas de campaña. No es imposible que este verano llegue a superarse el listón de la desfachatez fijado por los estrambóticos anuncios que han ofrecido un balcón con colchón por 500 euros al mes o una furgoneta con cama incorporada por 700. ¿Qué le queda al trabajador, de la hostelería, por ejemplo, si debe pagar 700-800 euros por una habitación?
(..) “Somos pobres”, resume Joan Forteza, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos, que reúne firmas contra la legalización de los pisos turísticos. “Nuestros salarios y pensiones son la mitad que en otros países europeos. Hay capital extranjero, grupos de inversión escandinavos, detrás de muchas empresas inmobiliarias que compran incluso edificios enteros. Venden o alquilan esas viviendas y a los 10 años las tienen amortizadas. Si no hacemos nada, la gentrificación (proceso por el que el aumento de los alquileres expulsa de sus barrios a los residentes tradicionales) acabará con la personalidad de Palma. Estamos en el camino de convertirnos en una ciudad fantasma, con tiendas en alemán, inglés y sueco, sin cines, escuelas, ni comercio local; una ciudad de souvenirs y franquicias, de cadenas hoteleras. ¿Acaso no somos capaces de ver el futuro?”, se pregunta Joan Forteza. (Continua)
2017-08-15